Explica, además, la realidad de dos localidades específicas, Tolosa y Legazpi, objeto de un estudio detallado cuyas conclusiones son extensibles al resto del territorio. "Se podría generalizar y decir que los datos de estos dos municipios son ampliables a toda Gipuzkoa. Si el estudio se hiciera en todos los pueblos del territorio la conclusión podría ser la misma, la de un ahorro energético común de al menos el 40%", asegura, en declaraciones a este periódico, Juan Antonio Alduncin, director del Departamento de Astronomía de Aranzadi y parte importante en la elaboración del citado informe.
datos contundentes Lo cierto es que los datos de las dos localidades analizadas no pueden ser más rotundos. Una mejor instalación en el sistema de alumbrado eléctrico público conllevaría un ahorro en consumo de energía y en emisión de CO2 del 47% en Tolosa y del 42,4% en Legazpi. Además, la reducción del coste económico que destinan los ayuntamientos a este ámbito sería más que significativa, con un ahorro de 93.000 euros en el caso del Consistorio tolosarra (pasaría a pagar 109.733 euros, frente a los 202.730 actuales) y de 40.274 euros en el del Ayuntamiento legazpiarra (abonaría 64.384, por los 104.658 que paga hoy). Experiencias particulares que sirven, no obstante, para constatar el uso poco efectivo que en general se realiza de la energía, y que evidencian la necesidad tanto de contener la demanda energética para reducir los impactos medioambientales derivados del sector, como de impulsar la eficiencia energética, es decir, la cobertura de los mismos servicios con un consumo menor de electricidad.
"El alumbrado nocturno de estas últimas décadas es ineficiente tanto en las lámparas (bombillas) como en las luminarias (farolas o demás aparatos en los que van insertadas las bombillas). Se han utilizado modelos de luminarias que desaprovechan gran parte de la energía, bien porque lanzan la luz fuera de la zona adecuada, o bien porque la enfocan directamente al cielo o al horizonte. Se trata, en cualquier caso, de luz perdida. En cuanto a las lámparas, quizás no se usan las más eficientes, las que consumen menos. Por otro lado, aunque se utilice un modelo eficiente, una potencia demasiado alta puede dar niveles de iluminación superiores a lo recomendable", explica Alduncin.
contaminación lumínica Todo ello contribuye, según se recoge en el documento, a incrementar la contaminación lumínica, es decir, la emisión directa o indirecta hacia la atmósfera de luz procedente de fuentes artificiales por encima de la horizontal del foco de emisión. En definitiva, de luz que no es aprovechable y que constituye un derroche de energía (la dispersión se acentúa si existen partículas contaminantes en la atmósfera y es visible en forma de halo luminoso recubriendo ciudades y amplias áreas en su entorno). Las consecuencias son múltiples: exceso innecesario del consumo energético, aumento injustificado del gasto eléctrico, alteración excesiva de la oscuridad natural, agravamiento de la contaminación causada por las centrales térmicas de combustión (petróleo, carbón o gas) o por las centrales nucleares a causa de la mayor demanda social... Cabe subrayar, en relación a este último punto, que la electricidad suministrada a la red procede en un 55% de las centrales térmicas y ciclos combinados, en un 25% de las centrales nucleares, en un 15% de las hidroeléctricas y en un 5% de las fuentes de energía renovables (eólica, principalmente), siempre de acuerdo a las investigaciones plasmadas en el mencionado documento.
Dado que, como recoge este último, el modelo actual de consumo energético se basa principalmente en la conversión de recursos naturales no renovables, el mal uso de de la energía supone un despilfarro de los mismos. Además, en los procesos de generación de energía y su posterior consumo se generan residuos que contaminan gravemente al medio ambiente y que, poco a poco, alteran el equilibrio climático. Efectos importantes que agravan las consecuencias de esta contaminación que, en opinión de los especialistas, es "perfectamente equiparable a la emisión de humos hacia la atmósfera o al vertido de contaminantes en los ríos".
Por otro lado, el acondicionamiento de globos y farolas supone un ahorro de energía próximo al 40%, y del 70% en el caso de que se sustituya una lámpara de vapor de mercurio por otra de vapor de sodio (estas últimas, especialmente las de baja presión, son las menos contaminantes; en el lado opuesto se sitúan las incandescentes, halógenas y fluorescentes). "Con una iluminación adecuada se puede hacer bastante para reducir el gasto energético y el coste económico", concluye Alduncin, quien recuerda que una mejora en este ámbito ayudaría a reducir la distancia que separa los registros actuales de los objetivos de Kioto (fija una emisión máxima de CO2 del 15% para el Estado 2012, frente al 53% actual).
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