Sin embargo, esa iniciativa es considerada como un intento para la supervivencia del Protocolo de Kioto, a cinco años de su vencimiento. Además, se propuso que la posibilidad de Kioto II sea lanzada en la conferencia de la ONU sobre clima de diciembre próximo, en Bali, Indonesia.
La UE también decidió en forma unilateral recortar en 20 por ciento las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para el 2020. Pudiera subir al 30 por ciento si es que al compromiso se suman Estados Unidos, India y China (estos últimos no tienen restricciones sobre sus emisiones de CO2).
Ante esa posición de la UE, la reacción de los medioambientalistas es entre mesurada, y optimista. Andre Antolini, presidente de la Asociación Francesa de Energía Renovable, resaltó que las fuentes renovables ya tienen una participación de mercado de un 6,75 por ciento en Europa. Además, han generado 200 000 puestos de trabajo en la UE.
Para lograr esta reducción, los países europeos deberán efectuar importantes inversiones en las costosas tecnologías renovables y tomar diferentes iniciativas.
España, en su caso, aprobó el viernes pasado un proyecto de ley que prevé multas de hasta 2 millones de euros contra las empresas que dañen el ambiente y les obligará a reparar los perjuicios. Este país supera en más del 40 por ciento las emisiones de C02, respecto a los niveles de 1990.
La ministra española de Medio Ambiente, Cristina Carbona, indicó que de esa forma se evitará que la factura recaiga sobre el Estado. “El objetivo es proteger el agua, el suelo, los hábitats naturales y las especies protegidas”.
La Comisión Europea elaborará antes del 2008 propuestas para el uso de lámparas de bajo consumo en vez de las bombillas comunes en las calles y hogares.
Entre tanto, Brasil y China, ambos activos en la campaña contra el calentamiento global, apuntan a grandes avances. El país sudamericano es pionero en el uso del etanol. Este combustible es extraído de fuentes renovables como la caña de azúcar, para reemplazar a la nafta en autos y camiones.
Por su parte, el país asiático ha limpiado algunas de sus plantas de energía que funcionan con carbón mineral. Sin embargo, China e India se rehúsan a asumir mayores responsabilidades medioambientales. Japón se considera un miembro líder del tratado de Kioto y Rusia también decidió apoyarlo.
Ecuador da sus pulmones
Ecuador es país suscriptor del Protocolo de Kioto. Según Teresa Palacios, miembro de la Unidad de Cambio Ambiental del Ministerio del Ambiente, el papel del país es fomentar el Mecanismo de Desarrollo Limpio.
El sistema le permite ofrecer los denominados bonos de carbono a los países que no logran cumplir con los niveles permitidos de emisión de gases. Su mayor respaldo son los bosques y fuentes hídricas, absorbentes ideales de CO2.
Pero Esperanza Martínez, presidenta de Acción Ecológica, considera que es dañino para el país. “Para permitir la presencia de nuevas plantaciones y proyectos hidroeléctricos se destruyen bosques nativos y ecosistemas”.
La negativa de Estados Unidos
En la otra vereda aparecen EE.UU. (con un 25% de las emisiones de CO2) y Australia, que no ratificaron el Protocolo de Kioto. El argumento estadounidense es que afecta a su desarrollo industrial.
Pero, según Eliot Diringer, del Instituto Pew Center on Global Climate Change (Washington), en EE.UU. se desarrolla un movimiento muy fuerte a favor de las limitaciones máximas a las emisiones.
Incluso Alberto Ayala, jefe de Control de Emisiones Vehiculares de California, durante su visita a Ecuador, insistió que “no se firmó ese protocolo por cuestiones políticas. Pero hace seis meses, California puso en marcha un convenio similar al de Kioto para reducir las emisiones de gases hasta el 2020”.
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