by Claudia Luna Palencia (claulunpalencia@yahoo.com.mx)
Aunque el cambio climático, el shock del precio del petróleo y la previsión de escasez de energía fósil en las próximas décadas, están motivando que día con día las agendas internacionales y comunes discutan la reducción de la dependencia al petróleo y la reducción de la contaminación, no obstante, lograrlo en consenso tiene muchas dificultades. No todos están de acuerdo en los procedimientos ni en las alternativas.Primordialmente en el fondo de las desavenencias se encuentra el tema de la energía nuclear. Desafortunadamente la energía eólica, hídrica o solar tienen sus limitaciones ante el sistema capitalista de producción industrial y la expansión esperada de China o la India por ejemplo.
El futuro puede ser nuclear. De acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en el 2030 habrá incrementado la cantidad de energía atómica en el mundo en un 70 por ciento.
La energía nuclear tiene sus beneficios y sus perjuicios. Para los políticos hablar de la construcción de centrales nucleares es un asunto espinoso y de carácter electoral un disgusto porque se pierden sufragios.
Por tanto, las intenciones se disfrazan para no hacer grandes olas de propaganda que capturadas por los medios de comunicación pongan en los reflectores a la energía nuclear y la construcción de centrales nucleares, llenando las calles de detractores anti uranio.
La energía atómica abastece el 17% de la electricidad a nivel mundial. De las más de cuatrocientas centrales instaladas en treinta países, la mayoría están ubicadas en Europa Occidental, Estados Unidos y Canadá, aunque el mayor número en construcción sucede en Asia.
A la fecha, Estados Unidos es el país que tiene un mayor número de plantas con 104 centrales nucleares. Según datos del Foro de la Industria Nuclear Española, en el mundo hay un total de 442 centrales nucleares.
La generación de electricidad de origen nuclear se concentra en los países desarrollados. Más de la mitad de los reactores del mundo están ubicados en América del Norte y Europa occidental y menos del 10% en países en desarrollo, donde, no obstante, es probable que se registre el mayor crecimiento de la demanda de energía en este siglo. Muchos países desarrollados generan buena parte de su electricidad a partir de la fisión nuclear, tal es el caso de: Rusia (16%), Alemania (30%) o Japón (35%). Por el contrario, en países en desarrollo de gran extensión como Brasil, la India y China, los porcentajes sólo llegan al 4%, el 3.7% y el 1.4%, respectivamente.
En México la única instalación nuclear es la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde (CNLV), constituida por dos unidades independientes destinadas a la producción de energía eléctrica. La capacidad de producción de cada una de las unidades es de 654 MWe (megawatts eléctricos, o millones de watts eléctricos). La primera unidad inició su operación comercial el 14 de agosto de 1990 y la segunda unidad el 12 de abril de 1995. Esta instalación es operada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Previa a su instalación en Laguna Verde, Veracruz, hubo mucha polémica en México y oposición dado que en la memoria estaba muy resiente el gravísimo accidente de Chernóbil, del 26 de abril de 1986, catalogado como “el accidente nuclear más grave de la historia, al alcanzar el nivel 7 en la escala INES”. Del caso Chernóbil, al que los rusos le dieron carpetazo, sólo se tienen cifras estimadas del número de muertos, no se sabe cuántos y los daños colaterales en el medio ambiente y en la población siguen a la fecha. Finalmente la planta fue cerrada en diciembre del 2000.
En el caso de Laguna Verde, la nucleoeléctrica es una central térmica de producción de electricidad. Su principio de funcionamiento es básicamente el mismo que el de las plantas que operan con carbón, combustóleo o gas: la conversión de calor en energía eléctrica.
Esta conversión se realiza en tres etapas: en la primera, la energía del combustible se utiliza para producir vapor a presión y temperatura elevadas; en la segunda etapa la energía del vapor se transforma en movimiento de una turbina; en la tercera etapa, el giro del eje de la turbina se transmite a un generador, que produce la energía eléctrica. En las centrales nucleoeléctricas el combustible que se utiliza es el uranio; el calor se obtiene a partir de la fisión del uranio, sin producir combustión.
A COLACIÓN
Si el futuro de la energía descansará en buena parte en las centrales nucleares, el insumo más demandado será el uranio, ese elemento químico con propiedades radiactivas cuya comercialización habrá que regular en términos de condiciones y pactos internacionales.
Además del uso en la energía nuclear, el uranio sirve igualmente para construir bombas, tanto de uranio, como de plutonio, en la separación de los minerales.
Por ende se aborda un punto muy delicado y controversial en el que Estados Unidos quiere más centrales nucleares y necesita uranio para aliviar la dependencia al petróleo, sin embargo, para otros terceros países (más si éstos son árabes), la acumulación de uranio se convierte en una amenaza para la humanidad por la posibilidad de fabricar armamento nuclear.
Entonces, el uranio es para los países desarrollados el futuro de sus centrales nucleares; para los de menor grado de desarrollo un requerimiento al que se podrá acceder siempre y cuando garanticen alianzas y seguridad; y para los países árabes non gratos de la política estadunidense un signo de amenaza aunque internamente sus economías requieran al mismo tiempo de la construcción de una central nuclear.
El uranio es el origen de muchas disputas y lo seguirá siendo en la medida en que no se logren regulaciones internacionales claras y respetables.
A la fecha, los principales países productores de uranio son: Canadá, Australia, Kazakhstan, Nigeria, Rusia, Namibia, Uzbekistán, Estados Unidos, Ucrania, África del Sur y China.
Ante el disgusto de Estados Unidos, China y Rusia tienen en los países árabes buenos compradores de uranio, la incógnita es qué tanto de verdad chillan los estrategas de Washington por las posibilidades del uranio para armas nucleares y no para la proliferación de la energía nuclear, porque fundamentalmente todo el mundo tiene el mismo derecho de buscar alternativas, y si Estados Unidos lo hace ¿por qué no el resto del mundo?
Aunque el cambio climático, el shock del precio del petróleo y la previsión de escasez de energía fósil en las próximas décadas, están motivando que día con día las agendas internacionales y comunes discutan la reducción de la dependencia al petróleo y la reducción de la contaminación, no obstante, lograrlo en consenso tiene muchas dificultades. No todos están de acuerdo en los procedimientos ni en las alternativas.Primordialmente en el fondo de las desavenencias se encuentra el tema de la energía nuclear. Desafortunadamente la energía eólica, hídrica o solar tienen sus limitaciones ante el sistema capitalista de producción industrial y la expansión esperada de China o la India por ejemplo.
El futuro puede ser nuclear. De acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en el 2030 habrá incrementado la cantidad de energía atómica en el mundo en un 70 por ciento.
La energía nuclear tiene sus beneficios y sus perjuicios. Para los políticos hablar de la construcción de centrales nucleares es un asunto espinoso y de carácter electoral un disgusto porque se pierden sufragios.
Por tanto, las intenciones se disfrazan para no hacer grandes olas de propaganda que capturadas por los medios de comunicación pongan en los reflectores a la energía nuclear y la construcción de centrales nucleares, llenando las calles de detractores anti uranio.
La energía atómica abastece el 17% de la electricidad a nivel mundial. De las más de cuatrocientas centrales instaladas en treinta países, la mayoría están ubicadas en Europa Occidental, Estados Unidos y Canadá, aunque el mayor número en construcción sucede en Asia.
A la fecha, Estados Unidos es el país que tiene un mayor número de plantas con 104 centrales nucleares. Según datos del Foro de la Industria Nuclear Española, en el mundo hay un total de 442 centrales nucleares.
La generación de electricidad de origen nuclear se concentra en los países desarrollados. Más de la mitad de los reactores del mundo están ubicados en América del Norte y Europa occidental y menos del 10% en países en desarrollo, donde, no obstante, es probable que se registre el mayor crecimiento de la demanda de energía en este siglo. Muchos países desarrollados generan buena parte de su electricidad a partir de la fisión nuclear, tal es el caso de: Rusia (16%), Alemania (30%) o Japón (35%). Por el contrario, en países en desarrollo de gran extensión como Brasil, la India y China, los porcentajes sólo llegan al 4%, el 3.7% y el 1.4%, respectivamente.
En México la única instalación nuclear es la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde (CNLV), constituida por dos unidades independientes destinadas a la producción de energía eléctrica. La capacidad de producción de cada una de las unidades es de 654 MWe (megawatts eléctricos, o millones de watts eléctricos). La primera unidad inició su operación comercial el 14 de agosto de 1990 y la segunda unidad el 12 de abril de 1995. Esta instalación es operada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Previa a su instalación en Laguna Verde, Veracruz, hubo mucha polémica en México y oposición dado que en la memoria estaba muy resiente el gravísimo accidente de Chernóbil, del 26 de abril de 1986, catalogado como “el accidente nuclear más grave de la historia, al alcanzar el nivel 7 en la escala INES”. Del caso Chernóbil, al que los rusos le dieron carpetazo, sólo se tienen cifras estimadas del número de muertos, no se sabe cuántos y los daños colaterales en el medio ambiente y en la población siguen a la fecha. Finalmente la planta fue cerrada en diciembre del 2000.
En el caso de Laguna Verde, la nucleoeléctrica es una central térmica de producción de electricidad. Su principio de funcionamiento es básicamente el mismo que el de las plantas que operan con carbón, combustóleo o gas: la conversión de calor en energía eléctrica.
Esta conversión se realiza en tres etapas: en la primera, la energía del combustible se utiliza para producir vapor a presión y temperatura elevadas; en la segunda etapa la energía del vapor se transforma en movimiento de una turbina; en la tercera etapa, el giro del eje de la turbina se transmite a un generador, que produce la energía eléctrica. En las centrales nucleoeléctricas el combustible que se utiliza es el uranio; el calor se obtiene a partir de la fisión del uranio, sin producir combustión.
A COLACIÓN
Si el futuro de la energía descansará en buena parte en las centrales nucleares, el insumo más demandado será el uranio, ese elemento químico con propiedades radiactivas cuya comercialización habrá que regular en términos de condiciones y pactos internacionales.
Además del uso en la energía nuclear, el uranio sirve igualmente para construir bombas, tanto de uranio, como de plutonio, en la separación de los minerales.
Por ende se aborda un punto muy delicado y controversial en el que Estados Unidos quiere más centrales nucleares y necesita uranio para aliviar la dependencia al petróleo, sin embargo, para otros terceros países (más si éstos son árabes), la acumulación de uranio se convierte en una amenaza para la humanidad por la posibilidad de fabricar armamento nuclear.
Entonces, el uranio es para los países desarrollados el futuro de sus centrales nucleares; para los de menor grado de desarrollo un requerimiento al que se podrá acceder siempre y cuando garanticen alianzas y seguridad; y para los países árabes non gratos de la política estadunidense un signo de amenaza aunque internamente sus economías requieran al mismo tiempo de la construcción de una central nuclear.
El uranio es el origen de muchas disputas y lo seguirá siendo en la medida en que no se logren regulaciones internacionales claras y respetables.
De hecho está provocando una ampliación de mercado.
A la fecha, los principales países productores de uranio son: Canadá, Australia, Kazakhstan, Nigeria, Rusia, Namibia, Uzbekistán, Estados Unidos, Ucrania, África del Sur y China.
Ante el disgusto de Estados Unidos, China y Rusia tienen en los países árabes buenos compradores de uranio, la incógnita es qué tanto de verdad chillan los estrategas de Washington por las posibilidades del uranio para armas nucleares y no para la proliferación de la energía nuclear, porque fundamentalmente todo el mundo tiene el mismo derecho de buscar alternativas, y si Estados Unidos lo hace ¿por qué no el resto del mundo?
1 Comment:
We have happened passed awhile entertained in your blog, congratulations
Regards from Reus Catalunya (SP)
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