sábado, noviembre 18, 2006

Energía: los desafíos de una nueva cultura

Por encima de todas las voces que alertan sobre los peligros de una asfixiante dependencia de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), el consumo de este tipo de energéticos se incrementó en el siglo XX cerca de mil quinientas veces. Parece increíble, pero el hombre agotará en algo más de dos siglos lo que la naturaleza ha tardado millones de años en crear, y ni siquiera todos los hombres: a estas alturas casi un tercio de los habitantes del planeta no conoce la electricidad.


En la sociedad de consumo, las cifras del derroche tienen tanto de paranoia como en los tiempos de Nerón. Cada vez que arde una gota de petróleo se expulsan a la atmósfera CO2 y otros gases contaminantes. ¿Las consecuencias?: "más lluvia ácida", "más contaminación de todo tipo", "más cambio climático": menos futuro. A este ritmo, absolutamente insostenible, no es profecía asegurar el trágico sacrificio de nuestra especie.

A las puertas de la crisis petrolera, la energía supone uno de los más fascinantes y complejos campos de estudio, toda vez que el escenario actual de las transformaciones energéticas incluye el cambio de modelos de consumo, hábitos y patrones de vida arcaicos, por siglos instaurados en el imaginario público.

Pero el problema no se circunscribe a la simple "descarbonización" de los modelos de generación; las actuales circunstancias exigen de cambios en el entramado cultural de productores y consumidores, atendiendo al fomento de una conciencia energética.

Cada día es más preciso que el reconocimiento del escenario en que se desarrollen las transformaciones tecnológicas, esté en función del uso racional de los recursos; la descentralización, como expresión de autonomía, incluso política; y la multiplicación de perspectivas más cercanas al desarrollo sostenible, en armonía con el medio ambiente.

Cada vez es más cierto que las respuestas que el momento requiere no pueden ceñirse a dos o tres expertos. "La búsqueda social de alternativas para resolver el problema del desarrollo energético, sostiene el doctor Jorge Núñez Jover, presidente de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de La Habana, debe pasar por una cultura de la población que sepa, por una parte, interiorizar las decisiones adoptadas, ejecutarlas de manera efectiva, pero que también sea capaz de imaginar y proponer alternativas, de participar e influir sobre esas decisiones, y esto es nuevamente un fenómeno ligado a la cultura".

La Revolución Energética que lleva a cabo el país, supone un proceso de transición hacia el uso de fuentes renovables de energía, sustentado en la formación de una conciencia energética en la población, que contribuya al avance de una mayor independencia energética, que es decir independencia política. Pero tal reestructuración requiere de ciudadanos con un número de conocimientos básicos que propicien su adaptabilidad a las circunstancias de su entorno, aprender y aprehender la realidad inmediata que les permita una mayor participación en los procesos de su cotidianidad.

Se impone entonces encontrar caminos comunes en un proceso a todas luces comunicativo, en el que intervienen todos los factores de la sociedad, desde la primera agencia socializadora, que es la familia, hasta la escuela, los colectivos laborales y los medios de difusión en cada mensaje.

Ya no solo se trata de alentar al ahorro y la eficiencia con llamados aislados, muchas veces inexactos. La idea de comprender el mundo de acuerdo con las peculiaridades de nuestro propio entorno ambiental, social y humano, es la más importante invitación a pensar, a ponernos de acuerdo, emisores y receptores, todos juntos.

GranMa

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