viernes, noviembre 10, 2006

Seguridad energética y energía renovable


En septiembre de este año se celebró en Montevideo la Reunión Ministerial sobre Seguridad Energética en la Región de América Latina y el Caribe: Energía Renovable como Alternativa Viable, auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).

El escenario energético regional en América Latina se asemeja mucho al de Nicaragua ya que se ha caracterizado por tener una demanda muy superior a la oferta así como la existencia de abundantes áreas rurales aisladas y peri-urbanas que carecen de suministro. Asimismo, existe una dependencia de fuentes de energía convencionales, poca contribución de las energías renovables y falta de capital para la creación de la capacidad adicional de generación de energía.

Los temas relacionados con la seguridad energética han vuelto a ser de preocupación pública. La seguridad energética se puede definir ampliamente como: “la capacidad de un país de expandir y optimizar su portafolio de recursos energéticos y lograr un nivel de servicios que pueda sostener el crecimiento económico y la reducción de la pobreza”.

La seguridad energética tiene dos dimensiones: la física/ cuantitativa, relacionada a riesgos relativos a situaciones de déficit en la oferta física, que tiene lugar entre la oferta y el consumo, debido a fallas de la infraestructura; y la dimensión económica, relacionada al riesgo de las distorsiones en el precio debido a fluctuaciones en el precio de productos energéticos en los mercados mundiales.

En América Latina y en Nicaragua en particular, el uso potencial de la energía renovable puede tener un importante rol para alcanzar los objetivos regionales de seguridad energética. El tema de la seguridad energética es de importancia estratégica. La reconciliación entre los objetivos de seguridad energética y el desarrollo sostenible de energía es al mismo tiempo un desafío al nivel de políticas y una oportunidad.

El precio elevado y volátil de la energía, las fallas de la infraestructura y del marco regulatorio (gobernabilidad) ha puesto la energía en la cima de la agenda política en Nicaragua. Una mayor contribución de las energías renovables (bioenergía, hidroenergía, energía eólica y energía solar) ayudaría a reducir la dependencia en energía importada, reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuiría a la reducción de la pobreza y las desigualdades sociales.

Son especialmente útiles los aprendizajes regionales e internacionales para poder vencer las barreras de penetración de las tecnologías en materia de energía renovable. Hay muchos factores que inhiben su óptima adopción, destacándose las siguientes: tecnológicas, mercado, económicas, información y conciencia, financieras, capacidad de la mano de obra, aceptación social, valoración medioambiental y políticas.

En la actualidad, las tecnologías de energía renovable proveen el 13.3 por ciento de la oferta mundial de energía primaria. No obstante, hay países como Dinamarca que han llegado a un 30 por ciento de la oferta y que para el 2030 habrán alcanzado un 50 por ciento. Para que países como Nicaragua, con una matriz energética dependiente de los combustibles derivados del petróleo, puedan aumentar su seguridad energética se necesita una firme decisión política de toda la sociedad nicaragüense y el apoyo de la comunidad internacional.

Es importante destacar que los países que están teniendo éxito han tomado decisiones políticas de largo plazo que han visto sus frutos con el pasar de los años. Un ejemplo claro es Brasil con la producción y uso de los biocombustibles y España con la energía eólica. Uno de los países más exitosos y que más fuertemente han empujado las energías renovables es Alemania, que inclusive la ha convertido en un sector que exporta tecnología y conocimientos.

La región latinoamericana probablemente tiene el más alto potencial de oferta de energías renovables, pero ha sido incapaz en su conjunto, salvo pocas excepciones, de sobreponer las barreras de penetración. No obstante, el continente está despertando y ha buscado en la cooperación y la transferencia de tecnología, conocimientos y recursos una vía para acelerar el paso y darle respuesta a sus necesidades de desarrollo sostenible.

Con el apoyo de la ONUDI y como parte de la puesta en marcha un programa regional, se establecerá un observatorio regional que facilite el intercambio de información en la región y que permita implementar y apoyar iniciativas y proyectos específicos.

La reunión de Montevideo ha dado como resultado una discusión constructiva que facilita una comprensión holística del estatus actual y de las oportunidades que se presentan de proveer un suministro de energía moderno, accesible y sostenible en la región a partir de fuentes de energía renovable.


Source: LaPrensa

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