by Beatriz G.
Dejar enchufada la carga del móvil durante horas aunque ya no haga falta, abusar del uso del coche o dormirnos con la luz encendida nos va a salir caro. El cambio climático es ya una realidad y Europa ha dado el último aviso. Lo hizo el pasado 10 de enero aprobando una revisión de su planificación energética, que pone el listón muy alto para reducir las emisiones a la atmósfera en poco más de diez años.
En este nuevo panorama europeo es donde las tecnologías limpias de combustión de carbón tienen un importante papel que cumplir. Es más, Europa quiere que las nuevas centrales que se construyan dispongan de almacenes cercanos de CO2 y que los complejos ya existentes se vayan adaptando a la nueva normativa de forma progresiva. Junto con estas medidas, la Comisión Europea también propone construir 12 plantas de demostración de tecnologías limpias de carbón, cuya ubicación está aún por decidir.
Las cartas todavía no están echadas pero sí es cierto que ya se están escuchando algunos nombres de proyectos tecnológicos susceptibles de contar con una de estas plantas. En esa carrera a contrarreloj es donde el INCAR podría participar si su experimento confirma los buenos resultados. «Hay una veintena de tecnologías estudiándose en todo el mundo y algunas de ellas están ya muy desarrolladas y demostradas a escalas grandes, como es el caso de la industria química. Están en manos de multinacionales y son más caras que nuestro experimento. A nosotros nos tocará demostrar que somos más baratos que ellos», matizó el investigador del INCAR Carlos Abanades.
Los americanos y australianos encabezan el ranking de investigaciones para capturar y almacenar dióxido de carbono. La Unión Europea no se queda atrás. Proyectos como «Grace», «Azep», «Sleiper» o «Gestco» empiezan a sonar fuerte. Este último estudia las posibilidades de los países del mar del Norte para inyectar CO2 en acuíferos.
El listón está muy alto. La Unión Europea quiere emitir en 2050 un 60 por ciento menos, pero como primer paso propone reducir un 20 por ciento las emisiones en 2020, con respecto a las de 1990. El problema es que hoy Europa ya emite un 50 por ciento más que en la década de los noventa. ¿Cómo conseguir este objetivo? Según los investigadores del INCAR, la clave son las tecnologías limpias del carbón. Las energías renovables pueden ayudar pero «no son suficientes» para cumplir los objetivos europeos. «Las renovables sirven de apoyo pero si hay una tecnología que evita una tonelada de CO2 a 15 euros, significa que evita más toneladas que muchas renovables», concluyó.
LNE.ES
Dejar enchufada la carga del móvil durante horas aunque ya no haga falta, abusar del uso del coche o dormirnos con la luz encendida nos va a salir caro. El cambio climático es ya una realidad y Europa ha dado el último aviso. Lo hizo el pasado 10 de enero aprobando una revisión de su planificación energética, que pone el listón muy alto para reducir las emisiones a la atmósfera en poco más de diez años.
En este nuevo panorama europeo es donde las tecnologías limpias de combustión de carbón tienen un importante papel que cumplir. Es más, Europa quiere que las nuevas centrales que se construyan dispongan de almacenes cercanos de CO2 y que los complejos ya existentes se vayan adaptando a la nueva normativa de forma progresiva. Junto con estas medidas, la Comisión Europea también propone construir 12 plantas de demostración de tecnologías limpias de carbón, cuya ubicación está aún por decidir.
Las cartas todavía no están echadas pero sí es cierto que ya se están escuchando algunos nombres de proyectos tecnológicos susceptibles de contar con una de estas plantas. En esa carrera a contrarreloj es donde el INCAR podría participar si su experimento confirma los buenos resultados. «Hay una veintena de tecnologías estudiándose en todo el mundo y algunas de ellas están ya muy desarrolladas y demostradas a escalas grandes, como es el caso de la industria química. Están en manos de multinacionales y son más caras que nuestro experimento. A nosotros nos tocará demostrar que somos más baratos que ellos», matizó el investigador del INCAR Carlos Abanades.
Los americanos y australianos encabezan el ranking de investigaciones para capturar y almacenar dióxido de carbono. La Unión Europea no se queda atrás. Proyectos como «Grace», «Azep», «Sleiper» o «Gestco» empiezan a sonar fuerte. Este último estudia las posibilidades de los países del mar del Norte para inyectar CO2 en acuíferos.
El listón está muy alto. La Unión Europea quiere emitir en 2050 un 60 por ciento menos, pero como primer paso propone reducir un 20 por ciento las emisiones en 2020, con respecto a las de 1990. El problema es que hoy Europa ya emite un 50 por ciento más que en la década de los noventa. ¿Cómo conseguir este objetivo? Según los investigadores del INCAR, la clave son las tecnologías limpias del carbón. Las energías renovables pueden ayudar pero «no son suficientes» para cumplir los objetivos europeos. «Las renovables sirven de apoyo pero si hay una tecnología que evita una tonelada de CO2 a 15 euros, significa que evita más toneladas que muchas renovables», concluyó.
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