«La novedad de los biocarburantes, la diversidad de aspectos contenidos en este concepto y el escaso conocimiento que se tiene de muchos de ellos, así como la multitud de intereses políticos y empresariales, constituyen obstáculos a la formación de un consenso. Por lo tanto, es cada vez más urgente garantizar la compatibilidad entre la ruta de la industria mundial de biocombustibles y el desarrollo sostenible», asevera Annie Dufey, autora de un informe reciente sobre biocarburantes.
El informe, publicado por el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED), versa, no sólo sobre las posibles ventajas sociales, económicas y ambientales de los biocarburantes, sino también sobre los daños que podrían ocasionar en los países en desarrollo.
Los biocarburantes son combustibles líquidos obtenidos a partir de «cultivos energéticos», tales como la caña de azúcar, el maíz, la soja y otros vegetales con alto contenido de aceite o almidón. La UE ha invertido muchos recursos en investigación y desarrollo de la segunda generación de biocombustibles -aquéllos a base de gas o biomasa- hasta el punto de convertirlos en posibles alternativas comerciales a los hidrocarburos.
La Doctora Dufey teme que el crecimiento de la demanda de biocarburantes de primera generación en los países industrializados repercuta negativamente en los países en desarrollo. Así, está previsto que los Países Bajos importen el 80% de las materias primas necesarias para cumplir su ambicioso objetivo de biocarburantes.
«El rápido desarrollo de los biocombustibles se atribuye a la subida de los precios del petróleo y los pronósticos de reducción de las emisiones de gases invernaderos. Ahora bien, se corre el riesgo de echar por tierra las ventajas medioambientales si la expansión del sector conduce a la aceleración de la deforestación», advierte la Doctora Dufey. «Es más, si los cultivos energéticos y alimentarios entran en competencia por la tierra y el agua, se anularán los beneficios que al desarrollo reporten los biocarburantes», escribe. Los monocultivos, la degradación de los suelos y la contaminación hídrica son otros problemas que también preocupan.
En el lado positivo, los biocarburantes son capaces de reducir los gases de efecto invernadero y otras emisiones de sustancias tóxicas como son el monóxido de carbono, la materia de partículas y los sulfatos.
El informe reclama a los países industrializados el análisis del impacto global de sus políticas nacionales relativas a biocombustibles y una atención especial al desarrollo sostenible de los países en desarrollo. Por su parte, los países en desarrollo deben aprovechar las oportunidades que se les presenten sin ignorar los costes del mercado de biocarburantes y teniendo en cuenta los que mejor encajan con sus objetivos de desarrollo sostenible.
Los biocarburantes centrarán la conferencia internacional sobre energías renovables que se celebrará en Bruselas los días 29 al 31 de enero en el marco de la Semana de la Energía Sostenible de la UE.
El informe, publicado por el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED), versa, no sólo sobre las posibles ventajas sociales, económicas y ambientales de los biocarburantes, sino también sobre los daños que podrían ocasionar en los países en desarrollo.
Los biocarburantes son combustibles líquidos obtenidos a partir de «cultivos energéticos», tales como la caña de azúcar, el maíz, la soja y otros vegetales con alto contenido de aceite o almidón. La UE ha invertido muchos recursos en investigación y desarrollo de la segunda generación de biocombustibles -aquéllos a base de gas o biomasa- hasta el punto de convertirlos en posibles alternativas comerciales a los hidrocarburos.
La Doctora Dufey teme que el crecimiento de la demanda de biocarburantes de primera generación en los países industrializados repercuta negativamente en los países en desarrollo. Así, está previsto que los Países Bajos importen el 80% de las materias primas necesarias para cumplir su ambicioso objetivo de biocarburantes.
«El rápido desarrollo de los biocombustibles se atribuye a la subida de los precios del petróleo y los pronósticos de reducción de las emisiones de gases invernaderos. Ahora bien, se corre el riesgo de echar por tierra las ventajas medioambientales si la expansión del sector conduce a la aceleración de la deforestación», advierte la Doctora Dufey. «Es más, si los cultivos energéticos y alimentarios entran en competencia por la tierra y el agua, se anularán los beneficios que al desarrollo reporten los biocarburantes», escribe. Los monocultivos, la degradación de los suelos y la contaminación hídrica son otros problemas que también preocupan.
En el lado positivo, los biocarburantes son capaces de reducir los gases de efecto invernadero y otras emisiones de sustancias tóxicas como son el monóxido de carbono, la materia de partículas y los sulfatos.
El informe reclama a los países industrializados el análisis del impacto global de sus políticas nacionales relativas a biocombustibles y una atención especial al desarrollo sostenible de los países en desarrollo. Por su parte, los países en desarrollo deben aprovechar las oportunidades que se les presenten sin ignorar los costes del mercado de biocarburantes y teniendo en cuenta los que mejor encajan con sus objetivos de desarrollo sostenible.
Los biocarburantes centrarán la conferencia internacional sobre energías renovables que se celebrará en Bruselas los días 29 al 31 de enero en el marco de la Semana de la Energía Sostenible de la UE.
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