Sevilla acoge la V Conferencia Europea de Ciudades Sostenibles. Está muy bien que la ciudad sea anfitriona de este movimiento genuinamente europeo. Es una oportunidad que deberían aprovechar para ponerse al día en gestión urbana las guardias pretorianas de los candidatos a la Alcaldía hispalense, así como todos los que se enrolan en sus listas electorales. Y qué decir de los candidatos en los municipios del insostenible Aljarafe. Me temo que unos y otros están más enfrascados en domeñar a las asociaciones de vecinos y cualquier colectivo ciudadano que levante la mano, asome la nariz, tenga web o aparezca en la guía telefónica.
Quien aún tenga reparos en Sevilla a la peatonalización y a los carriles bici, puede comprobar en el Palacio de Congresos cómo son legión las ciudades que se están reurbanizando de esa manera, y cómo planifican la realización de nuevos barrios. Nantes, con 560.000 habitantes, presenta la renovación de su antiguo distrito industrial y portuario para convertirlo en una zona tan habitable y relajada como el casco antiguo. Otra ciudad francesa, Angers, de 240.000 habitantes, está construyendo distritos sostenibles de 10.000 casas en 240 hectáreas. Gondomar, un Montequinto de Oporto, acomete una recalificación en favor del medio ambiente en 4 kilómetros de orillas del Duero. Roma ya está tan implicada como Berlín en la apuesta por la circulación en bicicleta, compartiendo el proyecto Spycicles. Milán se ha sumado a las ciudades con un impuesto de carreteras para quien entra en la ciudad en automoción privada, se paga a tenor de lo contaminante que sea el vehículo.
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