El El tiempo está raro, caprichoso, hostil. Hay zonas del planeta a las que la lluvia ha olvidado, a la nieve le cuesta llegar y quedarse en las montañas de España. Los neoyorquinos pasearon en mangas de camisa por los parques de la ciudad el pasado 6 de enero. ¿Las nieves del Kilimanjaro? En retirada. Sus cumbres si eran totalmente blancas cuando en Henry King rodó la película que lleva este nombre. Ya apenas hay aquella nieve.
La película se hizo en 1952, y desde entonces la Tierra se ha calentado. Es algo 'inequívoco' que no debe dar lugar a más discusión científica. Lo ha confirmado hace apenas mes y medio la red de científicos internacionales que ha trabaja en el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU. En su cuarta revisión, el panel ha concluido además que 'muy posiblemente' la actividad humana ha sido el mayor acelerador de este aumento de temperatura que tantas facturas pasa ya al ecosistema.
El informe clarifica por fin un debate que por primera vez está en la calle en todo el planeta y, por lo tanto, está también en el debate político, en las políticas empresariales y de inversión. Es todo un cambio que puede convertir a 2007 en el primero de los años verdes del siglo. El primer año de la acción tras la concienciación.
Uno de los lugares donde más evidente es el cambio de clima de opinión y acción es en EE UU. Es donde más implicaciones globales podría tener una nueva política y donde más reacio se ha sido a ella. Hasta ahora.
Con cerca del 5% de la población mundial, EE UU emite un cuarto del total de los gases de efecto invernadero que amenazan el planeta. En la primera potencia, que no ratificó el Tratado de Kioto por costoso, el consumo de energía es ineficiente y bulímico.
Pero éste es el mismo país que ha convertido a un ex vicepresidente, Al Gore, en estrella mundial con una película, Una verdad inconveniente. Gore predica con ella la necesidad de una acción medioambiental inmediata como garantía de supervivencia. Es en este país donde el debate está desde hace meses, y por primera vez, en la calle, en los foros ciudadanos y en Wall Street. Corren vientos de cambio.
David Downie es director de la Mesa Redonda Global para el Cambio Climático del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. Para este profesor, el cambio de percepción, sensibilidad y línea de acción se ha dado poco a poco y a ello han contribuido las últimas anomalías climáticas, la película de Gore 'y el hecho de que hay una seguridad científica cada vez mayor. También ayuda el hecho de que exista hoy una tecnología que puede reducir las emisiones de CO2 a un coste razonable, especialmente si se compara al coste de no actuar'. Dice Downie que el argumento de que era demasiado caro controlar las emisiones 'nunca ha sido verdad y ahora lo es menos que nunca'.
Dan Bakal, director de Ceres, una red de inversores y organizaciones medioambientales, explica que aunque no se ha comprobado que el huracán Katrina fuera consecuencia del calentamiento global, 'sí dejó claro lo pernicioso que será un cambio de temperatura en el agua y una mayor incidencia de estos fenómenos'.
Estos dos expertos, entre otros, consideran que el mayor cambio de percepción ha llegado con las últimas elecciones y la toma del control de la agenda legislativa por los demócratas, más sensible a este problema.
George Bush no lo es. Su Administración ha tratado de silenciar y cosechar dudas en el debate durante toda su presidencia y sólo ahora se apunta tímidamente a alguna iniciativa, aunque más por motivos de seguridad nacional y por depender menos del crudo de Oriente Próximo y Venezuela. A falta de una acción desde Washington, quienes han actuado son los Estados, entre ellos California, gobernada por republicanos.
Downie explica que las empresas 'que han sido siempre opuestas a las legislaciones de este tipo ahora hacen lobby por leyes específicas'. Prefieren participar en la legislación que quedarse fuera y además desean que sea 'federal y no que haya distintas iniciativas en cada Estado que dificulten su implementación'.
Algunas compañías apoyan incluso que haya límites en las emisiones de gases. En el mundo de la empresa y la inversión el cambio de perspectiva está siendo acelerado. Goldman Sachs fue de los primeros que contempló la actuación medioambiental como criterio inversor, Calpers y otros inversores llevan años presionando a favor de políticas corporativas más verdes y no sólo en eléctricas o petroleras. Son políticas costosas pero parece que ahora el coste compensa y es asumible.
En Silicon Valley lo nuevo son las energías renovables y en el año 2006 se invirtieron en investigación en esta área 2.400 millones de dólares, el doble que en 2005. El desarrollo del etanol, con un futuro tan cuestionable como imparable, convierte a los campos del Midwest en las hectáreas más caras del país y el maíz en oro.
En Europa la revolución verde llegó antes. En 1997 la UE ratificó Kioto y aunque su cumplimiento está lejos de ser un éxito, hace unos días los jefes de Estado y Gobierno aprobaron medidas que superan las de este protocolo que caduca en 2012. La UE ha acordado rebajar la emisión de los gases de efecto invernadero un 20% desde los niveles de 1990 en los próximos 13 años. Se han fijados objetivos de cuotas para energías renovables y que éstas supongan el 20% de la oferta, además, en 2020 el 10% de los coches deben rodar con biocombustibles.
La UE no ha acordado cómo poner en marcha estos compromisos pero su liderazgo puede ser importante para que se tomen medidas decisivas cuando se tenga que renovar Kioto, en 2012 o antes. Es importante porque esta vez EE UU y China, que también está dando pasos para reducir su contaminación, pueden unirse al nuevo pacto global que podría empezar a gestarse en Copenhague en 2009.
¿Es demasiado tarde? La demanda de energía crecerá un 50% en los próximos 30 años y habría que reducir el uso de los combustibles fósiles para no ahondar en el problema del calentamiento. ¿Son poco ambiciosos los objetivos de reducción de gases?
Con los objetivos de reducción de gases y las fechas fijadas en los acuerdos actuales lo que los científicos buscan no es volver a una situación previa a 1950 sino evitar que se pasen ciertos umbrales de emisiones que tengan consecuencias dramáticas. Con estos objetivos podrían evitarse. 'Si los 70.000 millones invertidos en energías renovables se hubieran invertido, no ahora sino hace 10 años, estaríamos mejor', reconoce Bakal. 'Tenemos que usar más energías alternativas y ser más eficientes en el consumo de combustibles fósiles, dice Downie, quien recuerda que la Edad de Piedra 'no acabó porque se acabaran las piedras y de la misma manera ahora no dejaremos de usar combustibles fósiles porque no hemos acabado con ellos, los utilizaremos pero evitando emisiones. Hay tecnología para hacerlo'. Es cara, pero menos que la subida del nivel del mar en todo el planeta.
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