En la actualidad, entre el 45% y el 55% del costo del etanol en EEUU es cubierto por subsidios estatales. El costo de producción del alcohol de maíz es más del doble del costo de la producción de la gasolina. La mezcla E10 (10% etanol y 90% gasolina) que exigen algunos estados, supuestamente por su menor contaminación ambiental, es sustancialmente más cara que la gasolina no mezclada con etanol. Si se eliminaran los subsidios y exigencias legales de consumo en EEUU y la UE, la producción de biocombustibles se derrumbaría.
En Brasil el costo del etanol es menor debido a que en su producción se utiliza caña de azúcar, con un rendimiento ocho veces mayor que el maíz. Pero a pesar de ello y de sus 30 años de experiencia y tecnología, Brasil no produciría alcohol combustible si no existieran subsidios y leyes que exigen un porcentaje mínimo de mezcla, sin consideración al costo final. Los mayores costos los absorben los consumidores. Pero aún si su producción fuera rentable, el daño social no sería menor, pues crecería la superficie cultivada de caña de azúcar en perjuicio de otros cultivos y habría una masiva deforestación. El crecimiento de la agricultura para combustibles a expensas de la agricultura para alimentos aumenta el precio de los alimentos.
La independencia energética es lo más absurdo imaginable. En EEUU no se podría reemplazar el consumo de gasolina por etanol incluso si se utilizaran todas las tierras del país para cultivar solamente maíz y producir alcohol. Se estima que para el 2030, el etanol podría reemplazar no más de un 6% del consumo de la gasolina. Pero aún si se pudiera reemplazar todo el consumo de petróleo con biocombustibles, la autosuficiencia no implica seguridad energética. Esta solo se logra adquiriendo el combustible en los grandes mercados internacionales.
El etanol es ineficiente, tiene la mitad del poder calorífico del diesel y los vehículos consumen más etanol por kilómetro. Los subsidios de EEUU y la UE, para promover su producción, derrochan ingentes recursos, como los otorgados a los fabricantes de vehículos Flex Fuel, que en la práctica usan gasolina. Pero tal derroche que para los países ricos no es muy importante, a menudo se vuelve una tragedia para los países pobres.
El etanol no es un combustible “ecológico” ni “renovable”. El etanol aumenta la contaminación del aire y menos de un 26% de su contenido energético es renovable. El resto de la energía necesaria para producir etanol debe suministrarse de otras fuentes. El etanol reduce la emisión de gases invernadero en 12%, y la mezcla E10 en 5%. Otros procesos reducen lo mismo a una décima parte del costo. El etanol resulta en extremo antieconómico como medio para controlar el calentamiento global.
La alianza Bush-Lula también es un engaño. Brasil desea exportar etanol a los mercados protegidos de EEUU, la Unión Europea y Japón. Pero estos no tienen intención de eliminar el proteccionismo en el etanol, incluyendo los créditos impositivos y los elevados aranceles. No les preocupa atropellar del libre comercio. Lo que pretende Bush es librar a los países de América Central y el Caribe del dominio de Chávez que les subsidia el petróleo que consumen. Brasil proveerá la tecnología para la producción de etanol y EEUU abrirá sus mercados al alcohol producido en estos países. ¿Qué beneficios tendrá Brasil? El etanol será una solución solamente cuando su producción sea rentable, sin subsidios ni mandatos estatales. Mientras tanto, será un peso muerto para el progreso.
* Corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.
Blogalaxia Tags: Energia,
Sostenibilidad y
Tecnologia
0 comments:
Publicar un comentario