El cambio climático es, con mucho, el problema más serio de vulnerabilidad en lo tocante al sistema energético vigente en nuestro mundo. A pesar de las incertidumbres, hay motivos suficientes para exigir acciones inmediatas de precaución, mucho más atrevidas que las fijadas por el Protocolo de Kioto, hoy en vigor.
En estas últimas décadas se han desarrollado incontables tecnologías energéticas que permiten captar los flujos de energía existentes en la biosfera, empujados básicamente por la radiación solar que nuestro planeta recoge, en su viaje alrededor del Sol, y por las fuerzas de atracción generadas por los cuerpos celestes. Estos flujos están libres de carbono fósil y se presentan en cantidades más que suficientes para poder cubrir las necesidades de energía presentes y futuras. Además, el actual sistema energético industrialista es enormemente ineficiente (tanto en las tecnologías de suministro como en las tecnologías de uso final), lo que hace que haya enormes oportunidades de mejorar su funcionamiento. El ahorro de energía es la fuente de energía más importante que los humanos tenemos a nuestro alcance.
Comparativamente, la generación de electricidad mediante la fisión del átomo de uranio-235 emite menos CO2 que si se hace con combustibles fósiles. Aunque hay autores que consideran que si se tiene en cuenta todo el ciclo del combustible nuclear y se aplica a la nuclear la metodología de valoración del ciclo de vida, entonces la diferencia ya no es tan significativa. Incluso cuando la ley del mineral de uranio cae por debajo de un determinado umbral, las emisiones de CO2 de todo el ciclo de vida de la nuclear podrían ser comparables a las emisiones de las centrales térmicas de ciclo combinado de gas.
PARA afrontar el grave problema del calentamiento de la atmósfera hay quien ha llegado a creer que la introducción masiva de la energía nuclear puede resolver el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De hecho, la consideración práctica más importante, que nunca se pone sobre la mesa, es: ¿cuántas centrales nucleares deberían construirse para que impactaran de forma considerable en las emisiones de CO2 procedentes de las centrales térmicas de combustibles fósiles?
Pero veamos qué papel podría tener la energía nuclear en la reducción de las emisiones de CO2. Hoy solo un 17% de la electricidad generada en el mundo es de origen nuclear. La industria eléctrica es responsable del 25% del consumo de combustibles fósiles. El consumo de combustibles fósiles es responsable de las 2/3 partes de las emisiones de CO2a la atmósfera. El CO2 es responsable en un 50% del calentamiento global. Incluso si toda la electricidad mundial de origen fósil fuera generada con centrales nucleares, la reducción de las emisiones no llegaría ni al 10%. Y esto significaría construir unas 1.500 centrales nucleares de 1 GW de potencia cada una.
UN RECIENTE estudio de The Institute for Energy and Environmental Research (IEER) va incluso más allá. El estudio compara dos escenarios representativos de una futura expansión de la energía nuclear a escala mundial (suponiendo un incremento del consumo de electricidad del 2,1 % anual).
El primer escenario, llamado de crecimiento global, se basa en los datos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y supone que en el mundo puede haber una potencia instalada nuclear de 1.000 GW en el año 2050. Como todos los reactores hoy en funcionamiento en el mundo habrán cerrado en el 2050, esto significa un incremento neto del orden de tres veces la potencia nuclear hoy instalada en el mundo.
Para dar un orden de magnitud, esto supone que debería entrar en funcionamiento un nuevo reactor nuclear cada 15 días, de promedio, entre el año 2010 y el 2050. Pese a este incremento de potencia nuclear, la proporción de electricidad nuclear en el mundo solo pasaría del 16% al 20%. Por lo tanto, la generación de electricidad con combustibles fósiles también debería crecer y, en consecuencia, también crecerían las emisiones de CO2.
EL SEGUNDO escenario, elaborado por el IEER y llamado de crecimiento constante, estima la cifra de reactores necesarios para mantener las emisiones de CO2 al mismo nivel que las del 2000. Considerando que las renovables y las centrales de gas también colaborarían en la reducción de las emisiones, le parece necesaria una potencia instalada nuclear de entre 1.900 y 3.300 GW. Utilizando un valor promedio, 2.500 GW, se concluye que la energía nuclear en el mundo representaría un porcentaje igual al que hoy tiene EEUU. Y esto querría decir que debería empezarse a construir un reactor nuclear cada semana o menos.
QUERER CONFIAR en la energía nuclear para combatir el calentamiento global del planeta debido a la quema de combustibles fósiles, aparte de no resolver el problema, significaría poner el mundo en un camino con un enorme riesgo de proliferación nuclear y por un camino con unos enormes costes económicos, además de ecológicos y sociales. Hoy ya se hace difícil controlar el riesgo de proliferación nuclear con 437 reactores nucleares funcionando en el mundo. ¿Qué podría ocurrir si funcionaran entre 1.000 y 3.300?
En estas últimas décadas se han desarrollado incontables tecnologías energéticas que permiten captar los flujos de energía existentes en la biosfera, empujados básicamente por la radiación solar que nuestro planeta recoge, en su viaje alrededor del Sol, y por las fuerzas de atracción generadas por los cuerpos celestes. Estos flujos están libres de carbono fósil y se presentan en cantidades más que suficientes para poder cubrir las necesidades de energía presentes y futuras. Además, el actual sistema energético industrialista es enormemente ineficiente (tanto en las tecnologías de suministro como en las tecnologías de uso final), lo que hace que haya enormes oportunidades de mejorar su funcionamiento. El ahorro de energía es la fuente de energía más importante que los humanos tenemos a nuestro alcance.
Comparativamente, la generación de electricidad mediante la fisión del átomo de uranio-235 emite menos CO2 que si se hace con combustibles fósiles. Aunque hay autores que consideran que si se tiene en cuenta todo el ciclo del combustible nuclear y se aplica a la nuclear la metodología de valoración del ciclo de vida, entonces la diferencia ya no es tan significativa. Incluso cuando la ley del mineral de uranio cae por debajo de un determinado umbral, las emisiones de CO2 de todo el ciclo de vida de la nuclear podrían ser comparables a las emisiones de las centrales térmicas de ciclo combinado de gas.
PARA afrontar el grave problema del calentamiento de la atmósfera hay quien ha llegado a creer que la introducción masiva de la energía nuclear puede resolver el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De hecho, la consideración práctica más importante, que nunca se pone sobre la mesa, es: ¿cuántas centrales nucleares deberían construirse para que impactaran de forma considerable en las emisiones de CO2 procedentes de las centrales térmicas de combustibles fósiles?
Pero veamos qué papel podría tener la energía nuclear en la reducción de las emisiones de CO2. Hoy solo un 17% de la electricidad generada en el mundo es de origen nuclear. La industria eléctrica es responsable del 25% del consumo de combustibles fósiles. El consumo de combustibles fósiles es responsable de las 2/3 partes de las emisiones de CO2a la atmósfera. El CO2 es responsable en un 50% del calentamiento global. Incluso si toda la electricidad mundial de origen fósil fuera generada con centrales nucleares, la reducción de las emisiones no llegaría ni al 10%. Y esto significaría construir unas 1.500 centrales nucleares de 1 GW de potencia cada una.
UN RECIENTE estudio de The Institute for Energy and Environmental Research (IEER) va incluso más allá. El estudio compara dos escenarios representativos de una futura expansión de la energía nuclear a escala mundial (suponiendo un incremento del consumo de electricidad del 2,1 % anual).
El primer escenario, llamado de crecimiento global, se basa en los datos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y supone que en el mundo puede haber una potencia instalada nuclear de 1.000 GW en el año 2050. Como todos los reactores hoy en funcionamiento en el mundo habrán cerrado en el 2050, esto significa un incremento neto del orden de tres veces la potencia nuclear hoy instalada en el mundo.
Para dar un orden de magnitud, esto supone que debería entrar en funcionamiento un nuevo reactor nuclear cada 15 días, de promedio, entre el año 2010 y el 2050. Pese a este incremento de potencia nuclear, la proporción de electricidad nuclear en el mundo solo pasaría del 16% al 20%. Por lo tanto, la generación de electricidad con combustibles fósiles también debería crecer y, en consecuencia, también crecerían las emisiones de CO2.
EL SEGUNDO escenario, elaborado por el IEER y llamado de crecimiento constante, estima la cifra de reactores necesarios para mantener las emisiones de CO2 al mismo nivel que las del 2000. Considerando que las renovables y las centrales de gas también colaborarían en la reducción de las emisiones, le parece necesaria una potencia instalada nuclear de entre 1.900 y 3.300 GW. Utilizando un valor promedio, 2.500 GW, se concluye que la energía nuclear en el mundo representaría un porcentaje igual al que hoy tiene EEUU. Y esto querría decir que debería empezarse a construir un reactor nuclear cada semana o menos.
QUERER CONFIAR en la energía nuclear para combatir el calentamiento global del planeta debido a la quema de combustibles fósiles, aparte de no resolver el problema, significaría poner el mundo en un camino con un enorme riesgo de proliferación nuclear y por un camino con unos enormes costes económicos, además de ecológicos y sociales. Hoy ya se hace difícil controlar el riesgo de proliferación nuclear con 437 reactores nucleares funcionando en el mundo. ¿Qué podría ocurrir si funcionaran entre 1.000 y 3.300?
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