El Iter se instalará en un terreno de 180 hectáreas de Cadarache, al sur de Francia, con la intención de obtener un reactor de fusión (no de fisión, actual sistema de las centrales nucleares y la bomba atómica) que quiere reproducir en la Tierra el proceso que se desarrolla en el Sol, donde los átomos de hidrógeno se unen para crear otros más grandes, en un proceso que se realiza a una altísima temperatura y del que se desprende mucha energía.
La intención es recurrir a materias primas de fácil acceso en todo el planeta, como el deuterio (o hidrógeno pesado) y el tritio, que se puede extraer del agua del mar, en lugar de uranio. En el reactor se procederá a la mezcla de ambos elementos, que dará lugar a una sustancia gaseosa que se calentará a una temperatura de unos cien millones de grados. La reacción de fusión producirá helio a alta temperatura que recalentará un plasma, confinado en la instalación.
Así, los científicos podrán estudiar la cantidad de energía generada por el plasma bajo la forma de neutrones, e intentar comprender los procesos de física atómica y de los materiales generados. La colaboración entre los siete socios se deriva de la constatación de que las energías fósiles (petróleo, gas, carbón) son perecederas y contaminantes, y las dos primeras desaparecerán este siglo.
la coordinación de inasmet El mayor proyecto mundial de investigación tiene alma vasca. Inasmet participa en Iter a través de la plataforma tecnológica de fusión, "una organización cuyo objetivo es coordinar y mejorar el posicionamiento de las empresas del Estado como proveedores de equipamiento para Iter y otros proyectos parecidos que ya están funcionando en todo el mundo", explica Iñaki Azcarate, director de la Unidad de Energía y Medio Ambiente de Inasmet.
A su juicio, la importancia del proyecto Iter radica en "construir un prototipo en el que se valide la tecnología de la fusión nuclear como modo de obtención de energía eléctrica en el futuro y su viabilidad industrial y, de salir todo correctamente, también comercial". Sería una tecnología nuclear, pero no como la actual que funciona en las centrales nucleares, basadas en la fisión.
La fisión es la rotura de un átomo en otros átomos inferiores en tamaño y peso tras ser bombardeado por un neutrón. La alternativa que pretende demostrar Iter está basada en la fusión, que consiste en el proceso contrario, que es unir dos átomos para obtener otro con un gran desprendimiento de energía.
A juicio de Azcarate, "la fusión tiene unas ventajas evidentes y directas que se basan fundamentalmente en la no producción de residuos radioactivos. Respecto a la seguridad, las centrales actuales ya están suficientemente desarrolladas".
El último gran accidente que hubo fue el de Chernobil, pero fue producto de una serie de malfuncionamientos, incluso a voluntad de los operarios que lo manejaban. "Se saltaron una serie de etapas de seguridad para hacer una prueba de funcionamiento en un régimen diferente, y aquello se descontroló sin que pudieran actuar los mecanismos de seguridad porque en cierto modo los habían desconectado. Aparte que era una central de un diseño antiguo que ya no queda en ningún otro lugar del mundo", explica Azcarate.
residuos Donde sí radica el problema fundamental en las centrales nucleares actuales es en la gestión de los residuos radiactivos. Cuando una central se cierra deja unas instalaciones muy contaminadas por la radiactividad, y ese material hay que tratarlo adecuadamente. "Pero la parte que más preocupa es el combustible agotado, porque tiene un nivel radiactivo muy alto y hay que someterlo a un procedimiento de tratamiento y gestión", asegura.
Según Azcarate, "hay soluciones para ello, pero el hecho de que tengan una vida tan larga introduce dudas sobre la eficacia de las tecnologías que se proponen para su tratamiento (la mayoría se basan en enterrarlos en yacimientos geológicos profundos con unas barreras de protección, de manera que los residuos quedan aislados de la biosfera). Esas tecnologías se están probando experimentalmente en algunos países, pero hay mucho rechazo social".
poca contaminación Por el contrario, las centrales nucleares por fusión no generan estos residuos, no hay un combustible como el uranio, que es el que después de que se agota sigue teniendo un nivel radiactivo alto. "Hay una pequeña cantidad de material que sí va a constituir un cierto residuo radiactivo aunque no tiene nada que ver con los de las otras centrales, y la energía producida y su calidad es similar", dice.
La reacción que se va a aprovechar y que se va a estudiar en el proyecto Iter se consigue mediante el confinamiento magnético de los átomos en un entorno en el que se propician temperaturas elevadas, y es aquí donde entra la participación de Inasmet, ya que los materiales necesarios para que estas condiciones se produzcan son muy especiales y resistentes a todas estas condiciones, "y nosotros nos encargamos de orientar a las empresas para que puedan desarrollar productos que lo consigan", explica Azcarate.
"Nuestra participación en la plataforma consiste en la coordinación de los diversos grupos industriales que trabajan en diferentes tecnologías, porque para poner en marcha una instalación del tipo Iter hace falta una gran diversidad de proveedores distintos. Inasmet da apoyo en todas esas tecnologías a las empresas y mejoramos en lo posible su capacitación para que puedan estar al nivel de las exigencias que requiere ser proveedor de equipamiento para unas instalaciones tan sofisticadas como éstas", subraya Azcarate.
Tal y como indica, en la plataforma tecnológica de fusión hay varios grupos, como el gestor que coordina Inasmet, el cual ha aunado a las empresas que pueden ser proveedoras de diferentes equipamientos en función de la tecnología que maneje cada una de ellas: vacío, eletrónica de potencia o de control, mecánica, electromecánica, manipulación remota, criogénica, superconductores, imanes, materiales y procesos especiales, software, instrumentación de control, ingeniería civil para la construcción de obra para la contención del edificio, ingeniería eléctrica, seguridad, etcétera.
plazos A juicio de Azcarate, los plazos van a ser muy largos: "No es seguro, pero durante 2008 tienen que empezar los procesos de preparación del terreno, edificación e instalación". El reactor se terminará en diez años, con un coste estimado en unos 4.570 millones de euros, de los que la UE aportará el 50%, y los otros seis socios el 10% cada uno, de manera que sobrará dinero para que haya una reserva en caso necesario. La explotación del reactor se desarrollará durante veinte años, con un coste de 4.800 millones de euros, de los que los europeos financiarán el 34% y los seis socios, un 11% cada uno.
fisión y fusión Para que quede claro, las bombas, los reactores actuales de fisión y los futuros reactores de fusión, si llega a haberlos, son caras distintas de un mismo principio: la conversión de materia en energía, que parte de una de las fórmulas magistrales de Einstein. En el horno nuclear del interior del Sol, dos átomos de hidrógeno se fusionan y dan lugar a un solo átomo de helio; éste tiene menos masa que la suma de los dos iniciales, así que la masa que falta se transforma en energía. Ésa es la energía nuclear de fusión. Es la que funciona en la bomba de hidrógeno y la que deberá funcionar, de manera controlada, en un futuro reactor de fusión.
Pero también está el fenómeno contrario, la fisión. Cuando un núcleo atómico se parte en fracciones que, sumadas, dan menos masa que el núcleo original, también se libera energía. Eso ocurre en los reactores nucleares actuales y en la bomba atómica, pero ahí quedan residuos.
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